El Valencia C.F y sus aficionados estamos de enhorabuena.
Hemos ido viendo durante años como perdíamos aquellos jugadores que generaban
algo de ilusión, nos hacían levantarnos de nuestros asientos de Mestalla o
nuestros sofás, o arrancaban nuestros aplausos. Hemos atravesado un vía crucis que parecía interminable en el que hemos sufrido por ver cómo desangraban a
nuestro Valencia en operaciones ruinosas, en fichajes que poco ilusionaban,
capando nuestras aspiraciones a confeccionar una gran plantilla año tras año
porque lo único seguro era que íbamos a pagar nuestros intereses generados por
la monstruosa deuda con Bankia.
Así, veíamos partir temporada tras temporada a jugadores como
Villa, Silva, Mata, Albiol, Jordi Alba, Soldado… Nuestro presidente levantaba elogios
entre un gran sector de la prensa deportiva valenciana a la vez que despertaba
desesperación, malestar, descontento y en algunos casos incluso asco en la afición al ver
cómo manoseaba un club y un sentimiento que no tenía como propio. Avergonzaba a
nuestra masa social en cada reunión mantenida con otros equipos, con la LFP,
con Tebas, etc. No imponía al Valencia C.F como lo que es, uno de los más
grandes de España y el octavo en el ranking UEFA.
Era como el novio que estaba
acomodado, sabedor de que tenía todo atado y bien atado a base de favores y que
las críticas de los medios nacionales nunca apuntarían contra su figura. Era
ese novio que descuida a su pareja. No nos decía lo guapos que somos. No nos
decía los grandes que somos. No nos decía que juntos seríamos invencibles. No
tenía detalles con nosotros como acondicionar nuestra casa, hacernos
descuentos, etc. No nos defendía de los continuos atropellos mediáticos y de la
Liga. No hacía comunicados para defender nuestro escudo de cualquiera que
intentara mancharlo. Él sabía que nuestro amor era incondicional y decidió no
regarlo. Estaba más pendiente de cenar con gente importante, hacer negocios,
asegurar el futuro económico de sus amigos y le importaba poco remodelar el
club. Era como ese dictador al que no le interesaba que la gente estuviera
formada por si un día se rebelaba y se volvia contra su figura.
Afortunadamente todo este tiempo ya ha pasado. Se cruzó un
apuesto caballero en nuestro camino, prometió que nos iba a cuidar y proteger.
Que lo iba a dejar todo por nosotros. Que seríamos su primer y último
pensamiento del día. Y hasta la fecha así ha sido. En una primera temporada de
resultados deportivos nefastos, la afición ha estado unida, ha recobrado
ilusión y se ha acercado en mayor número al estadio. No había motivos
deportivos para hacerlo, pero lo hemos hecho. El motivo es muy sencillo,
sentíamos que era el inicio de algo grande. Sabemos que los inicios nunca son
fáciles y decidimos una vez más estar al lado de nuestro Valencia C.F. En esa primera
temporada se hizo una limpieza de vestuario importante, se confió en gente de
la cantera que casi nos lleva a una final europea. De hecho nos sentimos en
ella a falta de un minuto. Nos volvíamos a ir a casa orgullosos del escudo que
lucíamos en nuestro pecho.
Esa unión se puso de nuevo a prueba en un eterno, tortuoso y
putrefacto proceso de venta en la que nuestros exnovios hacían todo lo posible
por volver a nuestras vidas, como si nosotros no supiéramos ya de que pie
cojean y que nunca podrían hacernos felices. En los medios nacionales se
criticaba a nuestro nuevo novio, se decía lo malo que era, lo interesado que
era y se nos hablaba de las bondades del anterior. Se nos intentaba dividir
para seguir estirando del juguete, seguir chupando de él y seguirlo manoseando
sin importarles si acababan por romperlo. Pero esta vez se toparon con una
afición unida, que sabía con quién estaba su felicidad y que estaba decidida a
ser paciente y remar en la nueva dirección que habíamos encontrado, la que de
verdad nos llevaba a la felicidad. Habíamos pasado de un presidente querido y
valorado por la prensa pero repudiado por la afición, a un presidente querido y
valorado por la afición y repudiado por la prensa. La afición del Valencia C.F,
calificada en ocasiones como "minoría ruidosa", preferimos esta segunda
situación.
Todas estas trabas han supuesto perder operaciones de mercado
en este periodo de fichajes. No nos han dejado confeccionar la plantilla
deseada. Sin embargo, hemos conseguido poner las primeras piedras para ese
proyecto de futuro que nos hará volver al lugar que nos corresponde. Hemos
sentado las bases de nuestros futuros éxitos. Tenemos una dirección deportiva
que trabaja y conoce el mercado. Tenemos un presidente que nos hace estar
orgullosos de nuestro sentimiento. Tenemos una plantilla y un entrenador que no
serán los mejores, pero que nos hacen verles como si lo fueran cuando dicen que son
una familia. Tenemos un hombre de Singapur que ha mostrado más cariño por el
Valencia C.F y más predisposición a devolvernos nuestra grandeza que muchos
valencianos. Hemos pasado de vender jugadores por 30 millones de euros a
comprarlos. Eso nos hace estar orgullosos. Eso nos hace estar esperanzados con
el futuro. Eso nos hace estar unidos.
Eso nos hace tener la seguridad de que, aunque sea un proyecto en ciernes y que
necesita de tiempo, ¡TORNEM!